Por Alberto Pérez García
Años y años de historia de las relaciones humanas en el campo político demuestran más allá de toda duda que la gente suele tener desacuerdos, pleitos y hasta guerras por defender un ideal y/o un sistema de gobierno.
Así ha sido siempre y así siempre será. Es hasta cierto punto normal y válido, ya que de otra manera no seríamos humanos. Digamos que “es parte de nuestra naturaleza”.
Algunos desacuerdos, pleitos y guerras han merecido ocasionalmente el calificativo de “sucios”, cuando intervienen actores externos que en teoría debieran ser neutrales, pero por diversas razones se meten de cualquier manera, muchas veces buscando influenciar el escenario y el resultado del conflicto.
Sin embargo, la intervención “sucia” de actores o poderes externos no siempre resulta en la victoria del grupo favorecido; muy por el contrario, es común que resulte en una pesadilla de relaciones públicas que no en pocas ocasiones ha sido contraproducente.
En este sentido, el forcejeo natural que desde hace años se viene dando al interior del Comité Directivo Municipal del Partido Acción Nacional en Tequila, se convirtió ya en una auténtica “Guerra Sucia”, comenzando desde principios del año pasado.
El conflicto ha causado ya estragos entre los panistas tequilenses. Muchos de ellos dicen sentirse entre la espada y la pared debido a las rivalidades originadas por la afinidad a uno u otro “grupo”, que han llegado a romper amistades de muchos años por motivos desde ridículos hasta incomprensibles. Otros panistas de plano han preferido alejarse por temor a ser “etiquetados” como simpatizantes o militantes de uno y otro grupo.
¿Y quién en este caso vino a ensuciar la fiesta?
Pues ni más ni menos que el Gobierno Municipal de Tequila, primero siendo presidente Guillermo Cordero y ahora con Germán García en la silla presidencial.
La influencia que estos dos personajes han tenido en “ensuciar” el conflicto panista y la política tequilense en general, bien merece el calificativo de “perverso”.
No han tenido el menor reparo en utilizar la nómina, el presupuesto, la envestidura y el poder de la Presidencia Municipal para entrometerse, primero, en los asuntos internos de los panistas tequilenses y, peor aún, para influenciar la pasada elección constitucional con millones y millones de pesos de dinero público, con tal de perpetuarse en el poder.
Con la nómina y la autoridad presidencial como arma preferida han optado por una estrategia de “compra de voluntades”, lo que ha ocasionado niveles sin precedentes de nepotismo, derroche de recursos humanos y económicos, corrupción e incertidumbre entre el personal que labora en la Presidencia.
Mientras tanto en el partido, la intromisión en los asuntos internos de los panistas ha sido tal que hoy por hoy existen ya dos comités municipales.
La línea es clara.
Los miembros del comité que están empleados en la Presidencia con su oficina en la calle Eduardo González No. 111, y el resto en su oficina ubicada en la calle Hidalgo No. 119.
La tendencia, también muy obvia.
Los que sean contratados por la Presidencia deberán brincarán a la finca de la calle Eduardo González. Mientras que los que sean despedidos de la Presidencia, se irán acercando a la finca en la calle Hidalgo.
¿Y quién paga los platos rotos?
Pues nadie más que todos los tequilenses.
La compra de voluntades es una estrategia costosa. Estimo que sólo el año pasado se gastaron al menos cinco millones de pesos del presupuesto de la nómina en esta estrategia. Actualmente la nómina anda en poco más de tres millones de pesos mensuales en promedio, ya incluyendo prestaciones.
La semana pasada el Ayuntamiento de Tequila aprobó que se solicite un crédito de diez a quince millones de pesos, para “pagar compromisos que se vienen arrastrando desde la administración anterior”.
Al ser cuestionado sobre si la nómina mantiene gente innecesaria para el trabajo normal del Ayuntamiento, el presidente insistió que “el problema no es la nómina”.
La realidad es que, ante los recortes presupuestales del año pasado y del actual, el seguir con el mismo nivel de nómina que el año pasado hace necesario este tipo de endeudamiento que poco beneficia al municipio.
Lamentablemente no se ve que Germán García tenga la más mínima intención de cambiar de estrategia, por lo que se hace cada vez más necesario que los tequilenses le recordemos que su encargo es gobernar bien por tres años.
No se vale que la quiera hacer de operador político con los recursos públicos. Ya es tiempo que saque las manos de los asuntos internos del PAN y se enfoque en trabajar por el mejor interés del municipio.
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